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«Tú, hijo de hombre, dedica este lamento a Tiro, la ciudad asentada a la orilla del mar, la ciudad que comercia con los pueblos de las costas. Dile que así ha dicho Dios el Señor:

»Tiro, tú te jactas de ser bella y perfecta.
Tus límites llegan al corazón de los mares.
Tus constructores completaron tu belleza:

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